jueves, 20 de diciembre de 2012


El café se enfría en la bandeja del desayuno. Ella sigue dormida. Yo me levanto y me pongo a trabajar en el despacho.
(Y pensar que me quedaba horas viéndola dormir, sin importarme el café y mucho menos el trabajo. El primer beso, sin canción. El primer polvo sin compasión. El primer "cuelga tú" y pensar lo gilipollas que pareces. Tocar el cielo o incluso robarlo. El primer ciego juntos. Ciego de amor. Ella borracha gritándome idioteces. Su existencia formando mi esencia. O algo así. Mil cartas cuando no nos veíamos. El corazón a dos palmos de mi pecho. Conocer a sus padres. Volverme loco por ella. Ser loco. Estar loco. Quererla a morir. Qué bien suena. Viajes: París, Londres, Cancún, Islas Açores...
Cada vez más X en los mapas. Deshacer maletas. Polvo de "ya estamos aquí".  Abrir las persianas.
Mirarme en el espejo: ¿Qué cojones somos, cariño? Hemos cambiado tanto... Ni tú eres ella ni yo soy yo. Lo que el tiempo toca lo convierte en mierda. El amor desgasta. Ahora te veo dormir y sólo quiero que te despiertes lo antes posible para recoger la habitación y ponerme a hacer cosas. Tú ni esperas ni quieres que esté a tu lado al despertar. Nos queremos por todo lo que recordamos. Por el pasado. ¿Sabes? Sigues siendo igual de bonita que siempre. Por lo menos ni el amor ni el tiempo han podido con eso. Pero ya no somos nosotros. Todo acaba. Aunque no queramos.)
El café se enfría y el amor se convirte en cenizas. Despierta, te estoy esperando como antes.



Silver García.



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