domingo, 29 de abril de 2012

El silencio mata.





Eran las dos de la mañana y todavía era de día. Sostenías con cuidado la cámara de fotos cuando nos dimos cuenta de que hay cosas que es mejor no inmortalizar. Digamos que... hacerlo pondría su fin, como fotografiar a un mago en el momento del prestigio o contar la muerte del protagonista antes de un estreno. 
El sol pasó de una punta a otra de la ciudad en cuestión de segundos. Y nosotros nos mirabamos con la risa metida en los ojos. Estabamos descalzos y sin pisar la arena. Un zigzag se adueña de la llama que acciona en el cielo. ¿Pero entonces que se hace con los secretos? Querría besarte. Ahora. Y entonces el despertador.







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