jueves, 2 de febrero de 2012

Solamente te cuen(t)o lo q(u)e tengo.

Te levantas por la mañana y te enredas entre las cortinas de los "buenos dias" y las noches (esas que nunca terminan de acabar) andas por el pasillo lentamente, rozando los jarrones con tus caderas, moviendote l e n t a m e n t e, vas directa hacia la cocina. Cenicero con el cigarrillo extralargo que nunca termina de consumirse, se consumen tus ideas y tus problemas, pero no lo apaga ni las aceras mojadas de Nueva York en invierno, téquila en mano. (Nada mejor para desayunar...). Tu risa gana siempre a esas dudas que tengo si agarrar tu mano o darte en el brazo. Tus manos: grises, tus piernas: grises, tus labios: los más rojos de todo el mundo. Tu corazón en jet-lag, navegando por las olas que causan tus sueños fugazes de estrellas.
Entre las sábanas, una zona oscura donde los infinitos perduran y esperemos que nunca terminen. Luego empezamos a ver como la alegría goza en cada una de tus sonrisas. Es como un sentimiento inexplicable, como perdernos sin buscar encontrarnos, como una isla en medio del Pácifico. Ser, estar y parecer.
El infinit(iv)o de algunos verbos.

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