sábado, 23 de junio de 2012

Caluroso verano,

Verano, volver, querer y olvidar.






Sonreír más. Callar menos. Hablar, gritar, susurrar, cantar. Llorar es aburrido así que lo empezaré a hacer menos. Hacer promesas y cumplirlas. Cenar fuera de casa cada viernes. Salir. Ir al cine. Quedarme en casa sin hacer nada. Comer helado de chocolate hasta odiarlo. Escribir cartas que nunca mandaré.


Dibujar cosas que nunca van a existir. Fotografiar olores. Estar juntos. Abrazar. Echarte de menos. Viajar. Perderme.  Soñar. Sentirme bien conmigo mismo porque soy quien quiero ser y no quien me dicen que sea. Que todo me haga pensar en alguien. Pintar las paredes de mi habitación de verde, o azul o tal vez amarillas, algún color que me ponga de buen humor. No conocer los límites de las cosas y traspasarlos. Correr cuando hay que rendirse. Levantarse cuando hay que sentarse. Reír cuando hay que llorar.




Hacer feliz a la gente que se lo merece. Coleccionar cosas sin sentido, o mejor, coleccionar billetes de avión. No preguntarme el porque de las cosas. Sentirme especial. Tachar días del calendario habiendo aprendido algo nuevo. Intentar las cosas y conseguirlas. Conocer gente nueva. Saltar en paracaídas... vale, no, pero algún día de mi vida. Celebrar mi cumpleaños en algún sitio especial. Despertarme feliz.   Decir la verdad. Desear cosas que nunca podré tener. Ver amaneceres y atardeceres, solo o en compañía. Hablar horas por teléfono. Pasar horas interminables estudiando. Desayunar de un cola-cao como cada mañana de mi vida desde hace catorce años.  Ir a conciertos. Perder el tren. Comer tarde. Dejar de quejarme tanto. Montar a caballo. No despedirme nunca de nadie. Empezar las conversaciones yo. No esperar nada de nadie. Y... para empezar no está nada mal...   




Querido verano.









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